miércoles, 18 de noviembre de 2009

Mircoles 18 de noviembre, 2009

Más discapacitados en escuelas comunes


"Mi abuelo dijo que debía ir a una escuela normal, para adaptarme mejor a los oyentes", explicó Matías Gilardenghi, un estudiante sordo que cursa su segunda carrera en la Universidad, en una entrevista que La Nación publicó el lunes último.
Matías es un ejemplo de que la inclusión de los discapacitados en las escuelas de enseñanza general puede dar muy buenos resultados. Así lo creen las 2000 personas que participaron del primer Congreso Internacional de Integración de Niños con Discapacidad a la Escuela Común.
El encuentro, que finalizó ayer, tuvo lugar en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires. Fue organizado por la Fundación Claudina Thévenet, institución que tiene por objetivo la educación, integración, rehabilitación y desarrollo de personas con necesidades especiales. En la Argentina ya se dieron los primeros pasos hacia la integración. Más de 1100 chicos que estudiaban en escuelas especiales porteñas fueron incorporados a grupos escolares regulares, según datos de la Secretaría de Educación de la Ciudad de Buenos Aires. Por otra parte, 432 alumnos porteños se encuentran en una etapa de integración parcial, en grados de recuperación que funcionan en escuelas primarias comunes. "La formulación de una política inclusiva requiere que los diversos sectores del sistema educativo articulen sus proyectos. Motivar y potenciar la integración permitirá mejorar la calidad del servicio educativo de los niños de la Ciudad", señaló al respecto el secretario de Educación, Mario Giannoni.
Especialistas extranjeros que participaron del congreso dialogaron con La Nación sobre sus experiencias.
"La importancia de integrar a los niños con discapacidad a la escuela común es capital, siempre y cuando un equipo tutele el proceso de integración, porque no todos los niños se pueden adaptar", explicó Luis Angel Aguilar, representante del Ministerio de Educación y Cultura de España.
Según Aguilar, algunos alumnos con necesidades educativas especiales no pueden ser integrados en la escuela ordinaria. Son los que pertenecen a alguno de estos cuatro grupos: plurideficientes, aquellos que tienen más de una deficiencia; trastornos graves de la personalidad, como psicosis o autismos; trastornos graves motrices, como parálisis cerebrales, y trastornos severos mentales, como la discapacidad mental. De todos modos, este especialista español aseguró que los resultados de la integración "son enormemente positivos, no sólo para el alumno integrado sino también para el resto de los alumnos y sus familias, que nos han manifestado cómo sus hijos, teóricamente normales, han ganado en convivencia, en solidaridad y en valores".
Respetar la diferencia
En ese punto coincidió la uruguaya Ana María Frappola, del Instituto Interamericano del Niño de la Organización de Estados Americanos (OEA).
Según Frappola, la integración representa "un cambio en la enseñanza, en el aprendizaje y en el rendimiento de los estudiantes", que "debe comenzar por el trabajo de todos los alumnos sobre el valor de respetar las diferencias".
"Este cambio no sólo sería útil para los niños con discapacidad, sino para los demás, porque al adaptar la enseñanza a todos los estudiantes se facilita la atención individual de las necesidades diferentes de cada alumno", opinó la representante de la OEA .
De acuerdo con Peter Evans, un inglés que dirige en Europa los Estudios de Educación Especial en la Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo, las investigaciones realizadas demostraron que no hay razones para que los niños discapacitados vayan a escuelas especiales.
"Es muy importante que los niños tengan la oportunidad de ir a la escuela de su barrio. Si un padre quiere que su hijo discapacitado vaya a una escuela determinada, la escuela tiene que aceptarlo y encontrar los medios para adecuarse a él", observó Evans.





CARLA PEREZ
Integración

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